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Gabriel Pantoja
327 vacas/ Gabriel Pantoja [+]

ISBN-978-987-8952-12-3

Gabriel Pantoja en "327 vacas" escribe sobre esa específica cantidad de rumiantes o sobre un solo animal, pero se trata de una vaca, no hay duda, se mueve como una vaca, es del color de las vacas, impasible como una vaca, como las vacas ("Y si la oreja que se/ le cayó a la vaca cuando/ escribimos vaca es nuestro/ verdadero mundo"). En otro siglo, otro poeta pergeñó la idea de un solo volumen infinito, de formato común, impreso en cuerpo nueve o en cuerpo diez, que constaría de un número infinito de hojas infinitamente delgadas: cada hoja aparente se desdoblaría en otras análogas; la inconcebible hoja central no tendría revés (Cavalieri a principios del siglo XVII, dijo que todo cuerpo sólido es la superposición de un número infinito de planos). Así con las palabras y sus motivos que al mismo tiempo están potencialmente en cada una de sus partes o grietas, y cada parte a su vez las bifurca o amplifica ("Dios flota en el agua/ oscura del ojo de una vaca"). Estos poemas con vacas por afuera y por adentro del texto también sugieren que hay muchos campos, hay muchas vacas y hay niveles de mucha pobreza e indigencia en el país y que no comer como los demás es más grave que no pensar, jugar, imaginar, enumerar, como los demás. Escribir implica equivocar el camino tantas veces para que al fin quien leyese se descubra en el punto de partida ("El lápiz azul con que dibujé/ la vaca y la escribí"). Entre las vacas y los poemas están las palabras, es decir, la diferencia del mundo.

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