BARNACLE

El libro de los desposeídos

Emilio Malagrino [+]

ISBN-978-987-8952-26-0

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Emilio Malagrino opta por la violencia; retrata una ciudad que bien podría ser Buenos Aires, Nueva York o París (“Los cartones que nada ocultan,/ los cartones que todo explican”) y mediante verbos de la primera conjugación, recorre la masa molecular de un cuerpo, el periplo de prófugos, heridos y caídos en enfrentamientos. Dice desposeídos, cuerpitos, pendejos, desamor, bala, para decir ésta es nuestra historia y nuestro retrato es éste, pero no lo canta sólo por eso; en una advertencia a quien leyese se ofrece la etimología de la palabra posesión y el consabido cúmulo de ambigüedades que toda palabra conlleva. Quienes no fueron admitidos en esos salones, en los círculos rotarios, en la cultura (entre comillas o comidillas), quienes viven sin contrato social, no van a deponer las armas ni a firmar la paz, parece decirnos el autor (“se le infla el pecho/ desamparado/ para seguir puteando”); y qué se hace con lesiones, destrozos, injurias o daños, aparte de escribir. “El libro de los desposeídos” incluye poemas que tal vez resulten necesarios en el camino (“En la historia/ que respiro,/ los olvidados/ tienen casa”).

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Campo de posibilidades

ISBN-978-987-4044-93-8

Un poema puede suponer un lugar con innúmeros pliegues; el Bardo escribió que la música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; los poemas dispuestos en las cuatro secciones que componen "Campo de posibilidades", abarcan lo marcesible y vano de cuanto nos rodea, contiene o perturba ("el haz del sonido/ que atravesó su diseño fronterizo/ en la distracción del paisaje"). Un gesto, la voluntad del acto, no bastan para detener el tiempo en el decurso de la página ("rumiar el campo de lo imposible/ incapaz de ser abarcado por una sentencia"); el tiempo es un enemigo que mata huyendo y en esa letanía y en la de saber aquello que nos depara el pasado (“en pleno augurio de un alma/ a punto del despegue místico”), Emilio Malagrino escribe sobre cada pequeño esplendor con fidelidad (como otro acto de sabotaje) y dispone cada palabra de un modo sutil (como si antes no hubieran pasado por el mundo).

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