Días como perros perdidos/ Fabián Herrero [+]
ISBN-978-987-4044-99-0
Por Eduardo Mileo
Silencio. Soledad. Desamparo. Falta de todo lo que orienta. Falta de oriente: el sol no sale. La vida se diluye en la nada. Nada tiene sentido. Nada es lo único que tiene sentido. Cuando habla la muerte, la vida se vuelve silencio. La soledad es nuestra compañía. El desamparo, nuestro cobijo y nuestra casa.
Fabián Herrero pinta su cuadro de duelo con pinceladas precisas: “Vivo / en los ojos cerrándose dentro del día / salvaje”. No ver. No oír. No sentir. Lo insoportable nos pone frente a nuestra fragilidad. Nos obliga a buscar un reparo, que sabemos efímero, pero necesario. Encontrar un lugar donde la vida no sea profanada.
Porque cerramos los ojos, o porque sólo vemos nuestro desconsuelo, somos “sombras en un mundo invisible”. “Haga / lo que haga, / todo hace que mi mundo / se encoja”. Desaparecen nuestros seres queridos. Cambian las reglas y las cosas se nos vuelven extrañas. El mundo nos va dejando solos.
“Días como perros perdidos” nos enfrenta a nuestro dolor como frente a un espejo. Allí nos vemos, y el propio reflejo nos desorienta. Buscamos, entonces, una salida. A pesar de la angustia, “(…) los sueños // no // quieren // irse (…)”.
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La luna tiembla en mi cuerpo de agua
ISBN-978-987-4044-73-0
Por Roberto Malatesta
...el cielo es un sueño/ escrito por el mar.
Hay quienes nunca se van, aunque se marchen, Saer nunca se fue de su ciudad, Santa Fe. Fabián Herrero aún camina por sus calles, visita sitios de agua, casas y pasto en el corazón de la felicidad, el humo de la sopa es una isla y, aún a orilla del mar, poéticamente parte desde ese mundo donde se transita con los pies en el agua, “Oigo al río/ que despierta, camina/ en mi corazón.” Sus ojos se han llenado con los colores de la primera poesía, “en el sitio en donde las cosas/ amanecen”, eso no se abandona sin traición, y no la hay en esta poética, hay fidelidad a la imagen y al amor que devuelve en palabras. Basho advertía sobre los riesgos de no ver en flor e imaginar en luna, siendo así no es extraño que para el poeta las ramas de un árbol nazcan de un sueño, pese al mundo horrible, pese a las islas incendiadas, o quizá, por ello mismo. Poesía como una corriente que equilibra y, como cantó otro santafesino, Horacio Rossi, hace habitable al mundo.