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Susana Cella
Estaciones/ Susana Cella [+]

ISBN-978-987-8952-30-7

 

Por Eduardo Espina

 

A una edad ideal para sacar a la inteligencia de quicio y deambular por el lenguaje tomada de la mano con la imaginación, Susana Cella ha escrito un libro de poesía deslumbrante, entre los principales escritos en las tres primeras décadas del siglo XXI. La pelea por lo nuevo otra vez se instala en un escenario inaugural. En tiempos de complacencia acelerada, en los que se puso de moda el escribir ‘sencillo’ (¿nostalgia sesentera?), cosa de que todos entiendan –al pan, pan, y al vino, vino–, Cella toma la posta y declara a contramano, ‘así es como debería ser escrita la poesía hoy en día’: una de cortocircuitos, de cócteles Molotov, de bing bangs, de no hay página alguna con altibajos, de sublime radicalidad. Es lo sublime signado como belleza de lo extremo, como quilla de un barco rumbo a lo inseguro atravesando las aguas del lenguaje, casi el mismo periplo que para llegar a la orilla faltante emprendieron el barroco, el rococó, y el romanticismo inglés y alemán. El lenguaje otorgado a la lírica no está para complacer los caprichos de los primeros sentimientos que hagan su aparición ‘donde caen todas las arquitecturas’ (genial verso del libro). Con pulso de relojera dispuesta a abolir el tiempo, Cella establece una emotividad desconocida, a partir de cadencias rítmicas del habla asociadas a motivos melódicos y ritmos derivados de sitios de la mente que de episódicos no tienen nada, aunque esta, la nada asociada a una deriva conversacional y mancomunada, sea el bucle unificador de las partes esparcidas en la sintaxis. (...)

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La fuga del infinito mordido

ISBN-978-987-4044-58-7

 

Por Pablo Ananía

¿Es posible escribir en estos tiempos difíciles sobre azucenas marchitas y narcisos sin ceder a ninguna tentación lírica romántica? Sólo si existe la firme decisión de alcanzar un punto álgido en el que confluyan el raro privilegio de la reflexión nietzscheana y una poética expresionista, carne ausente, cráneos o mandíbulas falsas, jirones de nylon en osamentas secas.

¿Qué se propone esta mujer con su decir reactivo, en instantes hostil, por momentos con humor, más de una vez con ira? ¿Qué loca presunción le permite concebir la realidad sólo como lo que aparenta ser, apenas restos, lo que queda de cosas o de seres, fragmentos de un arbor textualis intenso, profundo, matorrales que encierran, asfixian, y de golpe se iluminan con un pensamiento incendiario que hace estallar con fuerza la pasión ardiente del poema?

Es evidente en Susana Cella su inclinación por una estética que se va y vuelve del barroco al expresionismo, arte el primero que recrea con un saber del Cinquecento, pero que hoy es lengua de ruptura, estética que le permite diseminar figuras corrosivas entre endebles ramitas, tallos raquíticos con el puño apretado, sangrientas mordidas con fugas rantifusas, palabras reas corroyendo el infinito, dando dentelladas para tratar de encontrarle un sentido a la existencia. 

Pero no hacerse ilusiones: nada propone. ¿Describe? No, tampoco. No trata de persuadir ni entretener ni contar ni su musicalidad surge en razón de una especie de felicidad. No. Sustrae. Quita el aliento. ¿Y ella? ¿Es como de pronto se insinúa, fría y distante, o puro fuego viviente?

 

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El fondo

ISBN-978-987-4044-17-4

 

Por Susana Romano Sued

 

El filamento del don de la poesía, reflejo intermitente, luminando, ton y son, aurora y crepúsculo, carne y mente, grito y calladura, configura el ars poética de Susana Cella, cuya insistencia y tesón no dan tregua a la lectura.

La memoria está guardada en cada línea, en los versos, e impulsa a la búsqueda en dirección

—verso—al sentido, y a su contrario, versus. Resguardada en la elipsis, el corte del sentido no es sino la propuesta de cortejar, cotejar, indagar, como se ha insistido en fuentes directas o derivadas, en nemotecnias retentivas, en memoria voluntaria. Lo espontáneo queda fuera de la lectura, la oferta es de trabajo, labor, laboratorio de ensayo sobre el enigma de los vocablos. Sabiendo el dolor y el costo del pensar sin anestesia, es decir, reconocer la puesta en valor de la palabra en su elección ética.

 

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Susana Cella
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